Editorial: Planeta DeAgostini
Año: 2009
Guion: Serge Le Tendre
Dibujo: Christian Rossi
Reseña: Axel Vera
Casi todo mundo sabe quién es Hércules. Lo que no muchos saben es que Hércules es el nombre en latín, en griego su nombre es Heracles (lo que hace que todas esas adaptaciones en las que se le llama Hércules pero los dioses aparezcan con sus nombres griegos queden un poco mal). Y aún menos personas saben que su nombre original era Alcides o Alceo, que es como se le llama en este cómic.
Y este último detalle fue lo que me animó a leer la obra. Sí, sé qué es una chorrada, pero para un friki de la mitología griega como yo, que una adaptación se fije en este tipo de detalles es suficiente para conquistarme.
Otro detalle que me conquistó fue que la obra se desarrolla en un momento poco conocido de la vida del héroe. Veamos, el mito más famoso de Heracles son los doce trabajos y la forma más fácil de atraer al público al adaptar una historia clásica es mostrando sus elementos más conocidos (por eso una película del rey Arturo sin Merlín no vende). No obstante Le Tendre decidió ambientar la historia antes de sus famosos doce trabajos.
Y seguramente a estas alturas el lector se estará diciendo: “todo esto está muy bien pero ¿de qué trata esto? Y lo más importante ¿vale la pena leerlo?”
Respondiendo a la primer pregunta, esta es la historio de Alceo (todavía no es Heracles) quién abandona su hogar para ir a reclamar el trono de Micenas que considera es suyo por derecho. Mientras tanto su mellizo Ificles y su sobrino Yolao salen en su búsqueda para evitar que cometa alguna locura.
Hasta dónde sé la mayor parte de la historia es una invención de Le Trendre y no adapta una leyenda en particular sino que construye el relato en base a los elementos que conforman el mito de Heracles, reinterpretando dichos elementos y adaptándolos a un gusto contemporáneo. Como resultado tenemos una historia de aventura desenfadada, aunque impregnada de cierta melancolía, con buenos momentos de acción y humor. Al menos hasta llegar al final, dónde la cosa se pone más seria y deja a nuestro héroe listo para realizar sus doce trabajos.
En cuanto al apartado gráfico, el dibujo de Rossi es excelente. Su estilo caricaturesco le queda de maravilla al tono desenfadado de la primera parte pero tampoco desentona con el final, más lúgubre. Sus fondos están muy trabajados y retrata la naturaleza con maestría.
En conclusión, La Gloria de Hera no es un parteaguas de la fantasía heroica ni la versión definitiva de Heracles, pero sí es cómic disfrutable y entretenido de leer, con un dibujo maravilloso y, en lo personal, es lo mínimo que pido cuando se adapta un mito o leyenda clásica: fidelidad a los cimientos del mito aunque sean reinterpretados para agradar a un público contemporáneo; y por supuesto, hacerte pasar un buen rato.
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